De pronto abordaba aquel Airbus 300-200 en aquel impresionante aeropuerto donde, en una ciudad la mitad de Asturias, recibìa o despedia 1,000 vuelos al dìa.
Cada vez más grande, ya està en la cuarta terminal,lo abordè con la nostalgia de despedirme de hijas y nietos,me acomodè, y sentì con gran placer el tremendo poder de aquel aparato al elevarse hacia alcanzar a la velocidad de crucero.
De pronto el comandante informa que en lugar de 9.15hs, para el recorrido entre Cancun y Madrid(9,000 kilòmetros) iba a ser de 8 horas en vez de las 9.15 hs anunciada.Gusto generalizado….
Si bien cuando se cruza el Atlàntico hacia el sur , se va contra los vientos càlidos del Ecuador que permiten lo templado del clima de Europa, de regreso se tarda dos horas menos por que nos empujan aquellos vientos.
Pero el ahorro de una hora,despuès observè, se debìa a que en lugar de volar a 10 kilometros, lo ibamos haciendo a 12 kilometros, con lo que se ahorraba tiempo y combustible.
Aquella època de conversar entre pasajeros ha quedado en la historia. Ahora, en la època informàtica, cada quien se clava en su tablet y se acabaron las conversaciones.El hombre cada vez màs aislado.
Directamente desde la punta de la penìnsula de Yucatán, cruzamos por el Triangulo dee las Bermudas hasta Portugal, y ya a la vista nos dieron el desayuno(la cena la habìan dado al salir) y aterrizamos en el Adolfo Suàrez -Barajas.
Ràpido chequeo en Migraciòn, con identificaciòn de la retina de los ojos, y luego algo bajo el ritmo.El equipaje: casi una hora para la llegada de las maletas.Pero estabamos en Madrid y su ritmo europeo.
Disfruto mucho del tren. Encontre el ùltimo que salìa para Oviedo y Gijòn y ahì empecè a notar el cambio.
Poco a poco empezò a cambiar el ritmo de las cosas.
Pero al llegar a Pajares, donde va uno más rapido caminando quee en el tren, entrè en un sopor lento.
Por fin, tras cinco horas, llegamos a Gijón, 500 kilòmetros de viaje.
¿ A que siglo lleguè?, estuve por preguntarle al inspector tan amabale..