Llegué a México en el vientre de mi madre Pura en 1939 y en él encontré la tierra de Emiliano Zapata.Miembro de una familia sencilla de exiliados españoles donde vivíamos en la oscura calle de López en el centro de la ciudad de México, en el departamento 2, en 60 metros cuadrados, Belarmino y Severina, en una habitación, un bañito, en la otra Pura, Rafael y dos hijos, el que escribe y Carlos., y tras un pasillo de 5 metros, se daba a una cocinita y a la derecha, en el salón dormían Urcesino y Agripino.
Los estudios de primaria, secundaria y preparatoria los realicé en el Colegio Madrid, obra del exilio.A los 17 años entre a la Universidad Autónoma de México con 300,000 alumnos, No. de cuenta 575926, donde el costo anual era de 30 euros a estudiar ingeniería civil donde, por razones personales sólo acabé 4 años.Si en el Madrid me llamaban ” la pulga” por bajo de estatura y de autoestima, al no terminar la carrera, más profunda era mi baja eutoestima, hasta que entré al Banco del Atlántico, en el más bajo nivel Auxiliar III.
Desde los 15 años Secretario General de las Juventudes Socialistas de España, siempre en medio del exilio, tomando café y escuchando a los viejos en el Café Madrid,enterrándolos, socialistas, anarquistas, comunistas, con su único viejo traje, sin un peso y sólo con el carnet del partido o del sindicato como herencia a sus hijos, cuando tuve mis primeras vacaciones en 1965, a los 25 años, decidí conocer a España.La Ejecutiva en Tolouse, me pidió pasar por París para ayudarles a entregar los documentos del Congreso a los compañeros de la clandestinidad en España.
Tras Madrid, Galicia y antes del Pais Vasco, me tocó llegar a la tierra de mis viejos, Asturias, en donde un tal Comisario Ramos, me detuvo 10 días en el cuartel de Pumarin en Oviedo.Al revisar mi maleta,con la preocupación de que encontrasen los documentos y las direcciones, de pronto apareció un banderín republicano salvador ,que había olvidado de entregar en París: ¡¡Esto es una provocación!! grito Ramos, mientras el Morado fijaba su vista logré pasar los documentos, sin que el se percatara.En la corcel sin experiencia alguna, hice cachitos de papel y los metí en la tela de dentro de la chaqueta. A los 10 días, me dijo ¡¡Te largas!!, y me puso, gratis ,dos policias en el tren que me llevó a San Juán de Luz.Allí me deshice de los papeles y llegue a Tolouse, dí conferencias y al llegar a México, gracias a Don Delfino Ramos, era otro.Esa experiencia subió mi autoestima, al grado que al regresar me pasaron de Auxiliar III, a Jefe de Personal del Banco del Atlántico, filial del BNP francés.
Con oficina en el corazón financiero de la ciudad de México, a los 26 años entre a estudiar con los jesuitas la carrera de Ciencias Políticas y Sociales.
De 7 a 9 de la mañana iba a clases,(la carrera la hice a título de suficiencia con 9.8 de promedio) y más tarde me iba a mi oficina en el Banco.
Estando en 1968 unos días en Acapulco en el mejor hotel, El presidente, escuche en la radio del taxista: ” Hoy en la tarde manifestación del Movimiento Estudiantil de Santo Tomás al Zócalo”. Le dije al taxista”regrese al hotel”, pagué la cuenta, me fui al aeropuerto y desde el de la Ciudad de México, fui a la manifestación, a la que me incorporé durante 6 kilómetros cargando me maleta, y entonces ENCONTRÉ EL PUEBLO MEXICANO.
Llevé a la huelga a mi salón, luego a todos Ciencias Políticas y Sociales y al día siguiente, a la tercera parte de la Ibero donde por primera vez en la historia la Universidad Iberoamericana, privada, participó en un Huelga en México.
El Movimiento Estudiantil Popular de 1968, ha sido una de las más grandes experiencias de aquel nieto de Belarmino, recorriendo las calles de la ciudad de México
En ese marco el Banco me envió a San José Iturbide, en Guanajuato a inaugurar una sucursal. Al llegar me detuvieron en Guanajuato varios días, acusándome de ir a extender al Movimiento
En 1965, había estado como español detenido en Oviedo y en 1968 como mexicano detenido en Guanajuato.
Ese fue el principio.