Triste por el trato que le daban a los compañeros de la delegación, arrinconandoles, me acerque ver a aquellos dueños del espectáculo en toda América Latina.Buenas personas de no más de 35 años, me ofrecieron un café y me traen un Nescafe….
Regresé a la oficina y le dije a una de mis secretarias que mañana viernes, en la tarde despachaba en el palco del Foro Sol. Que me llevasen mis plantas, el buen café veracruzano que tomaba, y las tazas y platos de porcelana.Iba a aprovechar a trabajar viendo a aquellos 500 operarios internacionales que traían los Rollins, que tardaron dos días en el escenario de “Puentes sobre Babilonia.”
Ese viernes, aquel guerito descendiente de Langreo, se instaló y pidió al director de la empresa que querían hablar con él.Al subir,le ofrecí un café de altura a él y su compañero y les mande el mensaje que ellos entenderían.
Al día siguiente al llegar, ya estaban con manteles todas las mesas, una cafetera para 50 cafés de grano y galletas. Desde ese día, los responsables del metro, de la seguridad privada de ellos, de nuestra policia,de los bomberos, de protección civil, de Ocessa, entendieron quien tenía el mando y se sentaron en nuestro palco.El mando eramos los que estábamos allí, presididos por el Subdelegdo. La hora para la venta de la cerveza la fijábamos, desde ese momento , las autoridades.
El evento de aquel sábado había sido mal planeado. Antes que los Rollings a las 9 de la noche, habían programado al mejor grupo mexicano llamado Maldita Vecindad, lo que dio pie a la provocación.
En las afueras se reunieron miles de muchachos admiradores de los chavos de Ciudad Netzahualcoyotl.Gente humilde, muchos drogados por que nunca se juntaba su poderoso grupo, nada menos que con los Rollings.
El Foro empezó a llenarse a reventar. Hasta los hijos del presidente asistían.
Tenía preparados los 58 caballos, a centenares de policias, pero no a la vista.
Entre la calle, y las instalaciones del Foro, una avenida.
En pleno concierto, un General de la policía, no de la delegación, un superior, preparó la provocación y dio ordenes que dejasen entrar a los centenares de jóvenes seguidores de Maldita Vecindad. Informado de ello, dije que nadie se moviese y bajé a enfrentarlos para dialogar, bajo la preocupación de Enrique, José Ramón y de los jefes de la policía.
Por instinto, me puse delante de ellos, para que no siguieran, cuando de pronto me cayó un ladrillo en la cabeza, que, por suerte, hizo que la sangre saliera en abundancia.
Nadie de los del Concierto veían aquella imagen, pero iban tras la entrada, lo que de haber producido hubiera provocado una desbandada de los 60,000.
De pronto, mi reacción fue instantánea: Con la cabeza sangrando, me senté, y les di mi espalda, y eso los paró. Así pasaron 5 minutos.
Controlada la situación, hable con sus dirigentes: “Si no dan un paso más de aquí donde estoy, les voy a dejar ver el concierto de los Rollings. Pero sin alguien me desobedece les mando los caballos y la policía que están allí”. Y funcionó.Nadie se enteró en el Foro Sol, los chavos pudieron ver el concierto de su vida y quinces minutos antes de terminar, les pedí su ayuda, para que no hubiera enfrentamientos, y ellos decentemente emprendieron su regreso en paz, contentos por el conciertazo, hasta que abandonaron las instalaciones.
¿ De donde salió aquel gesto, de sentarme dándoles la espalda?.Entendí años después en Asturias que eran los genes de Belarmino?.
La presa fue dura.Se había dejado pasar a 500 jovenes SIN PAGAR(sic).
De pronto, suena al teléfono rojo de la Delegada Sara Bernal, 40 años, mujer espléndida, con minifalda, que con su equipo a un lado,sintió que era la oportunidad de echar a aquel molesto hombre que le había puesto Cuauhtemoc. Y fue dura, y me defendía, hasta que me dijo: ” Entonces la prensa y mis hombres están equivocados y sólo tienes tu la razón”.
Le colgué el teléfono en seco.
Sentado con mi cafecito oía los zapatos de tacón acelerados, que venían a mi oficina.Era Diana, fuera de si. ” Óyeme Rafael, ni mi esposo, ni un amante me cuelga el teléfono así “.
Desahogó y finalmente se sentó en mi escritorio, nos vimos a los ojos. Fué la única vez en los tres años que tuve un enfrentamiento con Diana, que a partir de ese momento me tuvo mucho respeto.
Fue el momento en que rindió el fortín.
Aquel detalle al detener la provocación, que le preparó aquel General uno de los que estaba molesto con Cuauhtemoc.
Con Enrique y José Ramón, les dije.” Se imaginan, si los paro con la policía, el pánico con 60,000 dentro, lo que hubiera podido suceder. Iban tras de Cuauhtemoc.
Una experiencia más que quiero compartir en este blog.
El próximo domingo complementaré esa gran experiencia, que fue gobernar a 750,000 capitalinos durante tres años.