Todavía seguimos creyendo que somos la Vieja Europa. Con nuestra 550 millones de habitantes y, en su conjunto con un PIB superior a China, tan sólo debajo de EE:UU, movemos nuestras piezas yes, en ese momento, donde la realidad nos da de cara.
Si Borrel no pinta nada; sin Angela Merkel, con la salida del Reino Unido, donde el pintoresco primer ministro ha mostrado que era justo lo hecho, con su alianza con los EE:UU. y sus 300 bombas atómicas, ayer le tocó vivirlo en carne propia al propio líder francés donde Francia es el único país con armas nucleares de toda Europa, enfrentar la realidad.
Pensando en épocas pasadas, Macron y Sholtz, deben de haber dicho: Nosotros en 10 minutos lo arreglamos.
Cuando Macrón entró en aquellos salones zaristas del Kremlin y entró al salón de la reunión, por fin lo captó. Putin lo recibía, pero en un caso insólito lo sentó a 10 metros en la otra punta de aquella mesa donde Putin, gobierna todo.
La cara de Macrón era un poema.
“Emannuel, las cartas están echadas”, era el mensaje del tigre silencioso y audaz.