A 10,000 km de distancia supimos lo que fue la Marcha Verde, entre muerte y recuperación de Franco, pero por supuesto no sabíamos de que se trataba.Un día al local del Partido Socialista de los Trabajadores que habíamos formado, llegaron aquellos jóvenes, delgados, que no bebían alcohol hablándonos de su territorio arrebatado. Eran los delegados del Frente Polisario.Nuestro partido siempre tuvo una gran relación con ellos, consideró sus ideas como justas y siempre los apoyó.
Un día aterrizamos una delegación de 4 compañeros en Argel.Impresionados por la cultura árabe casi desconocida, profundamente por la Casbah de Argelia, un día más tarde, con una delegación de 200 “occidentales”, tomamos un avión que nos depositó en Tindouf en territorio argelino casi en la frontera con la República Árabe Saharaui Democrática.
De noche ya, salimos en una caravana de 100 “jeeps” hacia el interior del desierto del Sahara , en aquella impresionante noche oscura total. Tras de visitar los campamentos de refugiados, tras dos horas de viaje, de repente, ante nosotros, apareció una luz intensa. Allí, en pleno desierto, se alzaba majestuosa aquella ciudad para 1,000 personas edificado con Jaimas de piel de camello, cada una para 50 personas,cuya base eran unas alfombras bellisimas. Luz eléctrica para todos y agua potable, mostraban la habilidad de aquel pueblo para recibir a sus invitados.
Inolvidables los tres días con ellos.La entrevista con Abdelaziz, nos permitió profundizar la gravedad de aquella Marcha Verde, los derechos de aquel pueblo apoyado por Argelia y sometido por Marruecos.
Años habían pasado, cuando, de nuevo, tuve la satisfacción de ser nombrado por mi partido para la Interparlamentaria México- Marruecos, que se celebraría en Casablanca.Imprescindible estar en el mostrador de Air France en París: CASABLANCA.La imagen del café de Rick, era inmediata.
Pero al llegar nos encontramos con una ciudad francesa, en el piso 15 de un hotel, tras la recepción diplomática que se nos dió en el Salón Oficial del aeropuerto de Casablanca.
Desde la llegada, pero sobre todo al día siguiente, sentimos el sentido de odio, la animadversión hacia los Saharauis. Mohamed V, que reinaba, había llevado el problema del Sahara hasta la médula de cada marroquí.
El autoritarismo lo observamos cuando nos llevaron a la construcción de la Segunda Mezquita más grande del mundo. La de Casablanca.A la orilla de un rió nos asombró aquella obra. Parecíamos presenciar la construcción de una de las grandes catedrales medievales. Dentro, a 80 metros de altura, escalera, tras escalera, se esculpía en la bóveda a golpe de martillo aquellos hombrecillos en la distancia.
Dentro, en la sección de hombres cabían más de 60,000 personas:mucho más atrasadas que el cristianismo, las mujeres, tenían, un costado para ellas.
En las afueras un minarete de quizás 1o0 metros, impresionante. Lo que era el techo de la Mezquita, tiene un techo corredizo, cual el mejor estadio de fútbol, que permitía observar a las estrellas mientras se hacia las oraciones en verano, todo reflejado en el agua del río.
A diferencia del trato entre compañeros de los saharauis, en Casablanca y luego en Rabat, era el “ordeno y mando” de un capataz y choferes que dependían del gran Monarca, el nieto de Hassan II, sus 40 palacios y sus enormes fortunas.
Pero llegó la inauguración de la Interparlamentaria.Porfirio Muñoz Ledo del PRI, en la mañana, sutilmente me negaba la palabra, por que el único partido que apoyaba públicamente al Frente Polisario era el PST.
Hizo bien, por que al empezar la sesión de la tarde, este autor tomó la palabra y dijo: ” ACABO DE ESTAR CON ABDELAZIZ”, que cayó como una provocación inaudita, tras la traducción al francés.La tranquilidad se había roto, el griterío de los marroquíes impedía seguir hablando, hasta que, de nuevo con el micrófono dije: ” Sí estuve con Abdelaziz en Tindouf, pero ahora estoy aquí para conocer su punto de vista”. En la noche en la recepción en la Embajada de México, todo eran facilidades para este autor, que siguieron en México.
En aquel momento en el corazón de Rabat, les cumplí a los saharauis y noté en carne propia a los dos pueblos.
No se fue, sino hasta hace unos días que, estudiando para escribir este blog, entendí que Juan Carlos I, había sido el gran traidor a aquel pueblo que sólo quiere un Referéndum.
Hasta que llegó Pedro Sánchez, tan culpable como Juan Carlos I, y dió el giro.
Por fortuna, los saharauis , la comunidad internacional tiene la resolución del Consejo de Seguridad a su favor, el Referéndum para que sean ellos los que definan su futuro.
Pero Pedro Sánchez los vendió, peón de los EE:UU, en una forma que no perdonaremos los españoles.