Aquel atardecer del otoño de 1969 se encontraron de frente, inesperadamente. Ella esperaba hablar por teléfono en aquella caseta de la Universidad y él se dirigía a terminar los festejos por los 200 años del nacimiento de Bethoveen. Aunque cada quien sabía del otro,era la primera vez que cruzaban sus miradas-
Tímido desde la infancia, apenas recuperada la autoestima después de su detención, tres años años años , en Oviedo por el Comisario Ramos y su expulsión de España, él se detuvo y le ofreció su teléfono como dirigente de la Universidad Iberoamericana.
Ella aceptó, sabía de el y subieron al primer piso donde estaban sus oficinas, y mientras ella hablaba ,el la observaba.
Rubia, piel blanca, con un cuerpo espléndido, ojos entre grises y verdes, elegante, Deborah era considerada en esa universidad de jesuitas donde asistían las hijas de las élites de México, como lo mas bella. Casada, con 25 años y un hijo,llegaba todos los días a la Universidad y en el corredor entre el estacionamiento y la aulas, entre verdes prados impecable mente cuidados,Rafael desde el que la vio la atrapó su belleza singular de aquella mujer.
Al terminar regresaban a los a los jardines, cuando él le dijo: “Estoy triste” y ella le contestó “,¿ me invitas un café ?”.
Por supuesto.Desde ese instante dio instrucciones para que se hicieran cargo del Concierto y disculparse al rector Ernesto Meneses, y ambos se fueron a la cafetería blanca, donde desde la siete de la tarde hasta las once que se cerraba, iniciaron sin saberlo, una relación que los marcaría a los dos.
Surgió la magia para ambos. De inmediato conectaron.Surgieron las primeras palabras, la siguieron otras, hasta que llegó el momento en que podían no surgir, dando pasos a silencios donde las miradas a los ojos de ambos las sustituían.
La vida de cada uno de ellos, la cultura, la música, la fotografía, el país, la historia de ambos surgían suavemente entre café y café,arropadas por los verdes de los járdines y de las flores, como un suspiro, hasta que viendo a través de los enormes ventanales, como se iba vaciando la universidad, decidieron terminar.
Camino a sus autos, Rafael le sugirió que la siguiente cita fuera 15 días más tarde a las 6 de la tarde en la misma cafetería, y a ella le pareció bien.
Ella subió al Match One del año que le había regalado su millonario esposo, y él tomaba su volchito del año, por que parara él era fundamental cuando recorría la Sierra Madre Oriental, organizando a los tabacaleros, que no le fallase en aquellas noches.
Camino a su apartamento en la Campestre Churusbusco, él iba con un sentimiento que nunca mujer alguna le había producido ,y algo similar le pasaba a ella camino a Lomas de Chapultepec, la zona de las élites del país..
Algo mágico había surgido entre ella, separada de su marido y el soltero con 29 años; ella estudiante de Ciencias y Técnicas de la Información y el de Ciencias Políticas y Sociales