Tras horas de gozar las calles, el cielo azul, el atardecer, al anochecer llegaron a aquel hotel colonial, tan bello.Se hospedaron y bajaron a cenar, a oír aquellos mariachis de dos trompetas, los buenos.Con los tequilitas a un lado,degustaban aquella fresca noche cuando aparecieron aquellos moles poblanos, con sus frijolitos, sus tortillas que les pedía el cuerpo.
Al llegar aquel postre jalisciense, y el café de olla, ellos seguían pidiendo las canciones que el otro deseaba y así hasta que el cuerpo les pidió irse a la recámara.
Una cama muy grande, con suaves y bellas sábanas y la colcha colorida, hacían juego con los mosaicos de colores, las ventanas y sus cortinas en armonía con la decoración. Muy amplia, con un bello baño, cuya regadera empaparía a los dos.
Nunca, en 4 meses de verse se habían besado, ni intimado. Esa noche era el culmen de una etapa.
Sus cuerpos desnudos se juntaban por primera vez; de sus bocas surgirían sus primeros contactos físicos, y poco a poco el la recostó le basó todo el cuerpo, mientras ella mostraba su satisfacción.
Aquella noche resultaría muy ilustrativa. Tras de hacer el amor, Rafael notaba que para “venirse” como dicen en México, tenía que pensar en otra mujer y, ella sudorosa pensaba como ni con aquel hombre ta cercano podía tener el orgasmo.
En aquel momento Rafael no conocía los estudios de Freud donde explicaba como el hombre partía la imagen de la mujer, entre la madre y la puta, y en la mujer entre el padre y el cabrón.
Fue el aprendizaje que sería importante para ambos en sus años futuros, y que para el nieto de Belarmino, le haría entender aquella lucha entre el Eros y Tanatos que traía encima de si desde los 6 años.
El día fue muy placentero para los dos. Durmieron abrazados muchas horas, sin prisa, hasta que tras el desayuno de aquellos “huevos rancheros” tan típicos de Guadalajara, sus jugos de naranja y de nopal tan, se fueron al aeropuerto para compartir el regreso en el mismo vuelo.
Esa hora y media, dormitaron en el avión, hasta que oyeron al capitán: Estamos a punto de aterrizar en el aeropuerto internacional de la ciudad de México……
Ahí, se depidieron con un largo abrazo, que consolidaba no ya el afecto, sino el cariño que había surgido entre ambos.
Antes de despedirse, Rafael le dijo: ¿ La próxima vez en las ruinas de Palenque? Ella, con aquellos ojos inolvidables y toda su ternura y sexualidad que mas adelante afloraría en aquellas ruinas mayas en Chiapas, a 1,000 kms de la ciudad de México, en medio de la selva,le dijo “por supuesto que si “
Y así sería…… 3 semanas más tarde, de donde surgiría pasar el año en San Cristobal Las Casas, la antigua capital de Chiapas,donde alrededor de ellas, enormes montañas, eran las zonas de refugio de la Conquista, y donde vivían los tzeltales, los tzotziles, los tojolabales.
Pero primero Palenque….