Exiliado fue todo el que tuvo, y pudo salir de España, al estar en riesgo su vida. Desde el más modesto zapatero que murió en los Campos de Concentración de Francia, hasta los intelectuales más destacados que regaron otros paises, o Antonio Machado que apenas llegó a Collioure, hasta los que quemaron vivos en los hornos nazis tras el acuerdo en el 40 del cuñadísimo Serrano Suñer, que sólo permitió salir a los 80,000 con visas de México o los que dieron la vida, se fueron con los “aliados” y al regresar, miembros de la 7, liberaron París.
Cuantos pasaron ocultos años en España hasta que los cazaron como en el Pozo Funieres en Asturias, donde los arrojaron vivos, y por la noche, ante los lamentos, al día siguiente les prendieron fuego, algunos de ellos vivos.