Es cuestión, de no olvidar. Recién había llegado aquí, en el gobierno de Zapatero, aquel ministro gallego de Fomento, iba por el país, lanzando proyectos de trenes cara a las elecciones. Era tal su premura de que el AVE llegase a Galicia, que, cuando la hablaron de aquella curva peligrosa, la subestimó, no cambió el proyecto, el AVE se inauguró.
Un día, en su auto, escucho la información del destrozo del Alvia, y se quedó de piedra. La curva, “la pinche curva ” se habrá dicho, pensando en que nadie se acordaria. Desapareció.
Años después el maquinista y el supervisor enfrentan ni sólo la cárcel, sino la memoria de las decenas de fallecidos y tantos heridos.
Nadie se acordará, pero él se llevará a la tumba el recuerdo, de no haber perdido dos semanas para corregir aquel peligro, y las víctimas.