Mientras Salvini sigue su campaña electoral como lider de la ultraderecha europea,negàndose, cual salvador de Italia y de Europa a aquellos “monos” que nos llegan de Africa, a que el Open Arms desembarque en Lampedusa, y dado que en vacaciones la Uniòn Europea parece no poder resolver problema alguno, o de no querer, el gobierno español dirigido por Pedro Sànchez ha ordenado preparar el puerto de Algeciras, para recibir a los 109 desesperados emigrantes.
España los recibirìa por hecho humanitarios y seis paises de la Uniòn Europea se repartiràn a los 109. España recibirà el 10 %.
Mientras eso sucede, los seguidores de esa ultraderecha, casi fascista que encabeza Matteo Salvini, en España, en el seno de Ciudadanos, el ex “Cocacolero” diputado Marcos de Quintas, en un tuit ha atacado duramenete a los migrantes, llamandosles” pasajeros con comida gratis” y a las durìsimas respuestas dice ” yo no estoy acostumbrado a receibir insultos en mi “tuit”.
Por supuesto un dirigente de la Coca Cola,que no sabemos a ciencia cierta por que està de diputado en España, pensando en ser Jefe de Gobierno algùn dìa, como pensò en su momento a orillas del Houdson en Nueva York,tras tirar a la mitad aquela cargo de director del Fondo Monetario Internacional, lo hacìa y ese ha sido nuestro razonamiento desde hacee 10 años,que viendo lo que se venìa, vino buscando el Sarkozy de España, Rodrigo Rato. no està acostumbrado a ser criticado
Conocì a un Cocacolero, que la oligarquia lo hizo a imagen y semejanza de lo que necesitaba aquel paìs, lo hizo presidente, y termìnò haciendo el ridiculo, corruptò,mientiendo que su padre era de Cincinatti y su madre española, violando la constituciòn.
Estos personajes, en ocasiones incultos, en su busqueda del poder polìtico se quedan en el camino.De Quintos no elegiò a Vox, por que no le garantizaba el prometedor futuro que le ofreciò Rivera.
Hoy harìa bien, si quiere tener tener futuro polìtico arrimarse al que pretende a ser el gran fascista de Europa, recordando que su querido Duche ya era un personaje cuando en 1922, Hitler pasaba por sus oficinas en Roma para tener una fotografia autografiada, mucho antes de ver aquella de aquel individuo colgado por el pueblo con su amante cabeza para abajo en aquel parque cerca de la gasolinera en Italia.