Era media tarde.
Recién llegado de Oaxaca tras siete horas al volante y leyendo los diarios en la hamaca colgada en la sala del apartamento,donde Felipe González se reuniría con Orlando Leterier el canciller de Allende, antes que lo asesinasen en Washington, sonó el teléfono: ” El licenciado Reyes Heroles le pide que esté en su oficina a las 8 de la noche.”.Sorpresa, por que el Secretario de Gobernación nunca llamaba así de pronto, y máxime cuando estaba al frente del país, dado que el Presidente de la República se encontraba en España visitando el pueblo de sus antepasados en el Pais Vasco, dos meses antes que le diera entrada a 22 miembros de ETA en México.
Por supuesto una cita con Don Jesús, era una cita siempre importante.Cambiado de ropa tomé mi volchito y me dirigí al Palacio de Covían en la calle de Bucareli, donde estaba el mando del país, y de donde habían surgido los últimos cinco presidentes de la República.
Al anunciarme, de inmediato me hicieron pasar a una antesala con muebles cuero negro y en uno de ellos, con fastidio, semitirado en él, aprecié aquel mechón blanco en el pelo: Era Emilio Azcarraga Milmo, el todopoderoso dueño de las televisoras y las más importantes estaciones de radio.Nada menos que ” el Tigre”, frase que el pueblo mexicano otorga sólo a los poderosos, poderosos.
Para sorpresa mía, se me pidió pasar primero,lo que disgustó aún más a aquel personaje que debería llevar buen rato esperando.
Al pasar a la oficina de Don Jesús, hombre de tez clara, robusto, unos 55 años,hijo de español y de una veracruzana, originario de Tuxpam (en nahualt, “tierra de conejos”), con su mesa llena de libros por doquier y con su inseparable habano me invitó a sentarme y me ofreció un café.Para mi era un gusto siempre conversar con él, una gran intelectual y el mejor político de México,pero me intrigaba el ¿por que de la cita?.
Y cafecito y habano invitado por él, empezó la conversación sin nada de importancia.Detrás de él en una falsa puerta, al abrirse se observaba al fondo una oficina llena de asesores, y en la parte oculta de la puerta, sopbre una base de madera semicircular 10 teléfonos, por supuesto, el rojo, el del poder.Y por ahí prosiguió la conversación, donde aprovechando al oportunidad le comentaba la fuerza ascendente de la oligarquía nacional a lo que me respondía: “Son papeles nada más, Fernández””.Hace tres años cuando era director de Pemex tuve esperando a Espinosa Iglesias(el más poderoso banquero mexicano) hasta las 4 de la mañana.”
Y entonces entendí todo. Aquella clase política, a quien necesitaba la oligarquía para sus negocios, sabían como manejarlos.Don Jesús fue el hombre que he conocido que mejor manejaba el poder. Me había citado y llevábamos dos horas suculentas conversando, por que le estaba mandado el mensaje indirecto, al más poderoso hombre de México, no sólo por los medios de comunicación, sino por ser la primera fortuna del país.Como el Presidente no estaba, tenía que esperarlo forzosamente.
En ese mismo despacho, un año antes, en la preparación de la Reforma Política, cuando iba a haber una manifestación de izquierda frente a sus oficinas, nos había invitado a una reunión a 5 dirigentes de los principales partidos de izquierda.Mi hermano estaba en la manifestación.
Cada 15 minutos, se abría la puerta detrás de él, le pasaban una tarjeta,tomaba uno de los teléfonos y preguntaba : ” General,cuantos hay, ¿2,500 ? , y cuantos nuestros 500?, gracias general” y así lo hizo tres veces.Era claro el mensaje.
Don Jesús no solo fué tremendo político, sino una gran intelectual que tenía en su casa de Coyoacán, una biblioteca de 20,000′ volúmenes, y no llegó a la presidencia, por que el Articulo 39 Constitucional, señalaba claramente “para ser Presidente de México hay que hijo de padre y madre mexicana”·
Años más tarde, en pleno declive de aquella clase, con la intervención de los Estados Unidos, se logró cambiar dicho artículo y un vendedor de Coca Cola, Fox, llegó a la Presidencia por el Partido Popular mexicano(PAN), a pesar de ser hijo de asturiana e hijo de norteamericano de Cincinnati, lo cual siempre se ocultó. Sin él no hubiera llegado a donde llegó el Chapo Guzmán.
Don Jesús nunca hubiera pactado con narcotraficantes.El era más fino,cuando los Estados Unidos enfurecían, el Presidente iba a ver a Fidel Castro.
Algún día comentaré, como Felipe González, acabó con el PRI.