Antes que nada, señor Javier Fernández, debo agradecerle las atenciones que tuvo conmigo en 2008, cuando, tras diez meses de solicitarle una cita, me la dio. Aquel día llegué con el efecto de una nueva medicación que mi cuerpo no conocía y usted le pidió a un compañero que me llevase hasta mi casa en Gijón. Recuerdo que me ofrecí para ayudar al partido y a los compañeros jóvenes, pero usted me indicó que esa etapa de formación por agrupaciones era parte de la historia, que ya todo se hacía a través de Madrid y sus cursos. Aquel día me dije que el partido estaba sobrado al subestimar una experiencia de 50 años, y así fue. El tiempo me ha dado la razón. Perdieron la historia y dejaron en la cuneta la experiencia de muchos socialistas asturianos. Me alegró que en el 38 Congreso del PSOE se tomase la decisión de volver a formar a los afiliados en las agrupaciones, como dijo el compañero Rubalcaba.

Cuando la semana pasada hablé desde estas líneas de un “ejemplo de democracia”, fueron los propios compañeros de base los que me dijeron: «Rafael, estás equivocado, todo sigue igual». En lugar de aprovechar el congreso para lograr la unidad y sentar las bases políticas y programáticas para las que el partido tiene que estar preparado -porque se lo va a pedir el pueblo español con lo que viene tan grave para los trabajadores-, lo han cerrado en falso al eliminar la disidencia en casi un 48% y fragmentar el partido.
Aquí, en Asturias, «como se la jugaron con el candidato», como dirían los priistas mexicanos, usted salió triunfante y llegó a Asturias exultante. Lo primero que hizo fue purgar, a dedo, a toda aquella disidencia que se le ponía por delante y preparó, como en los viejos tiempos estalinistas, una ejecutiva de las «de arriba abajo». Igual que el PP.
De nuevo, señor Fernández, está haciendo el trabajo al revés (las urnas lo demostrarán aquí y en Andalucía el 25 de marzo) cuando menos necesitamos debilitarnos ante la derecha, cuya reforma laboral criminal no es más que el anuncio del caliente futuro que le espera a España. Hemos perdido el tiempo para reorganizarnos «de abajo hacia arriba». Lo hemos perdido en aras de lo inmediato y no de lo fundamental. Ojalá me equivoque.