>

Blogs

Rafael Fernández Tomás

Reflexiones de Belarmino

el taller de la calle 60.

Aquella casona en la acalle 60, Don Enrique Gottdiener, escultor, la había convertido en su taller.Descendiente de emigrantes del caído Imperio Austro Húngaro en 1918, trabajaba en el patio de su taller,entre maderas, metales, gubias, mientras en la casona se hacinaban cientos de objetos de diversos países y diversas épocas,con el polvo encima.De pronto, unos fuertes golpes en la puerta a la calle, llamaron su atención: ” Oiga,¿usted no tiene dijes mayas que den suerte?, preguntaba con su esposa aquel hombre”, a cuya respuesta negativa, el escultor invitó a pasar a aquella pareja, el Licenciado y su esposa,ansiosos,con el taxi esperando.” Lo único que tengo es una Ixchel, pero está sin terminar.Tardaría trabajando día y noche dos días”. “Esa es para nosotros “,dijo aquel hombre robusto, con ppco cabello, mientras regresaba al taxi, para asistir al siguiente acto del Señor Presidente.

Enrique, a sus 55 años, había recorrido mucho mundo antes de conocer a Doña Alina Estrada, bella campechana con quien tendría 4 hijas.Por fin había echado raíces en aquella ciudad casi toda ella de plantas bajas, con numeración pares para el norte sur  e impares para oriente a occidente. La Ciudad Blanca la llamaban.

A los dos días, aparece de nuevo aquella escena, y  con nerviosismo preguntaba el tal Licenciado, si ya estaría su escultura, y al oír que si, volteó a verla: Una escultura de madera de 40 centímetros, la Ixchel, la diosa maya de la fertilidad…

Mirándola fijamente, se dirige al escultor y le pregunta,¿ oiga y esto como da suerte?.Enrique el principal escultor de los mayas actuales, con un gran colmillo que le había dado la vida ,le responde: “Dicen los mayas, que  pida un deseo,toque la barriga del vientre y bese al touch(ombligo).Aquel hombre se paró, pensó, sus manos acariciaron aquel vientre y le dió un beso, al touch, saliendo de inmediato, con ella bajo el brazo con su fina guayabera, y al llegar a la puerta, se detiene  y dice: ¿ Oiga, pero cuanto le debo?.Don Enrique sabedor de las debilidades de esa clase política, le respondió: ” No es nada. Usted acaba de desear ser Presidente de la República y como lo va a ser, no es nada.”

“Díos lo oiga, Díos lo oiga” se subió al taxi.El avión del su jefe, y amigo, que le había sugerido la visita que antes él había hecho,el señor Presidente iba a regresar a la capital del país.”

Pasaron los años.Don Enrique iba a los pueblos mayas, a las estaciones de autobuses y con carboncillo pintaba a los mayas actuales, y luego esculpía a la vida de aquel pueblo.

Diez años más tarde, en el Hospital 20 de Noviembre, a punto de perder una pierna que se le había gangrenado, al querer limpiar un problema en una uña, con su gubia, cuando su amigo de toda la vida, le dice:Enrique ya viste la primera plana del Excelsior, el gran diario de aqquel país, y aquel hombre le dijo que, que humor iba a tener para ver un periodico,él gran lector y amante de la música clásica.

Don Juan le dió la noticia:El día de ayer, al visitar las fuerzas vivas al Candidato a la Presidencia de la Republica José López Portillo y entregarle 44 docenas de guayaberas para que su campaña, el candidato, les dice: Agradezco este obsequio, como agradezco a aquel hombre que tanta suerte me ha dado en la vida: Don Enrique Gottdiener Soto”.

Enteradas las fuerzas vivas del aprecio del todopoderoso próximo presidente, dador da favores contratos,de todo, se trasladaron en sus jets, a la ciudad de Mérida.

Allí Don Enrique,con pocos recursos había echo ,para un concurso en la calle 22, en aquel parque en donde se rendiría homeenaje a la madre, una Ixchel en metal de 3 metros, que le fué regresada por el gobierno, por que podía reirse de ella, de su embarazo, los jóvenes, y yacía allí, en el polvo, olvidada de aquel viejo taller.

Por supuesto, de inmediato las “fuerzas vivas” de Yucatán, compraron aquella anorme escultura y se la mandaron al futuro Señor Presidente,quien el llegar Los Pinos, en la salida de su residencia, todos los mexicanos observaban a aquel hombre, elegantemente vestido,con la banda presidencial en el pecho, se acercaba a aquella escultura, le acariciaba el vientre y le besaba el touch, antes de ir a rendir todos los primeros de diciembre el Mensaje a la Nación.

Resyes, Presidentes, escritores ilustres, todos tienen en sus residencias, o en sus oficinas, aquella Ixchel, que el señor Presidente, regalaba a todos los importantes que lo recibía”.

Mañana comentaré que había pasado en Caparroso, en Navarra, cuando se enteraron que aquel hombre era descendiente de Pepín López, que había ido a hacer Las Américas.

Por supuesto, bien pendiente de ello estaban los miembros de la ETA.

 

Temas

Blog de Rafael Fernández Tomás

Sobre el autor


marzo 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031