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Rafael Fernández Tomás

Reflexiones de Belarmino

Caparroso, el petróleo y ETA.

Aquella mañana aquel pequeño pueblo de la Comunidad Foral de Navarra,vio rota su tranquilidad.La cita urgente del Señor Alcalde, a los miembros del Ayuntamiento y los representantes de las fuerzas vivas no era normal.Con la euforia reflejada en el rostro informó a aquel pequeño grupo selecto que el descendiente de Pepín López, que los más viejos aun recordaban, acababa de ser electo Presidente de un país latinoamericano, pero que además….era un país petrolero.

De inmediato, la tranquilidad de aquel pueblo de 2,900 habitantes, en la cabecera del Valle del Ebro y a 56 kilómetros de Pamplona,se rompía.Toda su historia agrícola, con pocos recursos, abría nuevos horizontes, motivo por el cual se nombro una comisión ,Presidida por el Alcalde, y 9 personas destacadas más, para que se estableciera contacto de inmediato con la oficina de aquel hombre.

Mientras Don Enrique Gottdiener, ya con sólo una pierna cruzaba su ciudad en su viejo automóvil gris,en la capital del país, el Estado Mayor Presidencial,daba curso a aquellos diez caballeros españoles y a la invitación que le hacían al Señor Presidente López Portillo:” Insistales por favor que somos los representantes de la ciudad española de donde eran originarios sus antepasados”.

Por fin la fecha la fecha llegó.Varios de los diez que no habían cruzado el charco, es más que ni siquiera habían subido en un avión,haciendo uso de todo su valor y por el bien del pueblo,salían en aquel avión de Ibería, que cruzando la ruta del Atlántico Norte y bordeando todos los Estados Unidos, los llevaría a aquel país cuyo nombre les costaba escribir.Era con X o con J, se preguntaban.Poco a poco la cena, la tranquilidad del vuelo, los vinos y los brandys, los fué metiendo en un sueño, donde cada quien soñaba y soñaba, en el futuro de su pueblo, al grado de que muy pocos percibieron la enorme alfombra de luces que por kilómetros, de este a oeste y norte al sur, mostraba que se llegaba a aquella ciudad de 15 millones de habitantes.

Por supuesto el día llegó. Impresionados por aquellos hombres militares, vestidos de civil, impecables y corteses que los fueron a recoger a su hotel en el corazón de Paseo de la Reforma y los llevaron a a la Residencia Presidencial de Los Pinos.

Al llegar a su despacho, encontraron a aquel hombre corpulento, con poco cabello, pero casi dueño de todo el poder del país.Tras los abrazos, las bienvenidas, el intercambio de regalos, Don José los invitó a aquel impresionante jardín, parte del Bosque de Chapultepec, en donde le esperaban, al son de los mariachis, aquella mesa colorida, como colorido era aquel país.El mole poblano, el guacamole, las tortillas, los chiles variados, los dulces de Oaxaca, a su vista, les hacían intimar con el anfitrión, a quien procuraban trasmitirle las bellezas de su Caparroso, de las Fiestas de Pamplona, del pueblo de sus antepasados.

Y los mariachis entonaban el Rey, y el ambiente se diluía entre tequila y tequila, y donde al Señor Presidente le salió de inmediato lo español, nada comparable con aquel día que entró a caballo, con sombrero y pistola, los tres elementos que llevaron los conquistadores, nada menos que…….a las ruinas de Teotihuacán. Así era el Señor Presidente…..

Aquella belleza, aquella música, la bebida y la comida embriagantes, los introdujeron en un sopor de futuro:”Ni los pamplonicas van a tener lo que tendra el pueblo, máxime cuando el Señor Presidente, confirmó su visita, en cuanto surgiera el primer viaje oficial a España”.

Y así, en el autobús de regreso, en aquel autobús, presidido por aquellos motociclistas,deseaban llegar al hotel para hablar al pueblo, pero sobre todo para ir al baño.Aquel moles y aquellos tequilas…..

Al regreso, dos horas menos por los vientos cálidos del Atlántico, casi ni se enteraron, y al llegar a Madrid, ni esperar ni nada.El trasbordo a Pamplona, donde decenas de automóviles con vecinos y vecinos del pueblo los esperaban.

Hicieron planes en los días y semanas siguientes: ¿ Cómo recibir a aquel hombre y que hacer para acercarlo al pueblo?. De ahí salió la idea de la Casona,que con recursos del banco del Pueblo, más los recursos de los más acaudalados, para que aquel hombre pudiera pasar los veranos en el pueblo sereno de sus antepasados, para descansar de aquel enorme país y de aquella ciudad.

Y Don José, les cumplió. En.En su primer viaje a oficial a España, después de los protocolos y los actos programados, sus ayudantes insistían den la necesidad de no defraudar a los habitantes de Caparroso, que llamaban a todas horas.

Por fin, del señor Presidente ordenó: a Caparrosos. Dejó en Madrid a su esposa Doña Carmen haciendo una vez más el  ridículo de tocar en el piano de cola que exigía en su hotel cada vez que viajaba su marido al extranjero y luego, como ” la Collares”, parar el transito en doble fila en la Gran Vía para ir de compras.

Por fin Don José López Portillo llegó al pueblo de sus antepasados.La música navarra,los jóvenes del pueblo con sus vestimentas regionales, y los hombres con sus mejores trajes y la mujeres sus mejores vestidos.La gran comilona española los esperaba: totalmente diferente, no faltaba nada.Los güisquis, los brandys, los vinos de la Rioja, hasta tres botellas de Vega Sicilia para su invitado, hasta que quedaba lo más importante: la Visita a la Casona, y el nombramiento de Hijo Predilecto de Caparroso.

Don José, ya un poco cansado de aquel pueblo, recorriendo  la Casona, llama al su ayudante y le dice:” Coronel, vayamos ya a Madrid….”.

Después de aquella comilona, lo único que deseaba al señor Presidente, era llegar a Madrid a sumergirs en los muslos de Rosa Luz Alegría, su única ministra y amante.

Por supuesto Don Enrique ya yacía en Mérida, en la Rotonda de los Hombres Ilustres, y don José en cuanto salió se olvidó de la tierra de sus antepasados.

Nunca más regresó.El pueblo quedo hipotecado durante casi 10 años.A un costado, el río sereno, dio la pauta al pueblo, que continuó su ritmo, su vida rural y sus casi 3,000 habitantes nunca mas supieron nada de aquel petroleo salvador….

Más atentos a ese Presidente fueron los dirigentes de Batasuna, que un día llegaron al despacho de Don José, le explicaron de la “persecución de hombres y mujeres de la zona de sus antepasados”, lo que sensibilizó a aquel Señor Presidente, que dio entrada a decenas de etarras.

Años después las autoridades españoles lo supieron.

 

 

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