Aquel día de noviembre de 2017, se realizó la redada más lujosa y poderosa del país y de parte de la historia.El “príncipe heredero” Mahammed Bin Salman de 26 años, mandó capturar a jeques, príncipes, ministros, y al todo poderoso Alawaleed bin Talal, el hombre de Apple y Twiter, y hasta 800 personas del gran poder político y económico de Arabia Saudita, y dado que no los podía meter en una cárcel , transformó el lujoso Ritz Carlos, inaugurado 6 meses antes por el presidente de EE:UU y lo convirtió en la cárcel más lujoso del mundo.
Y ahí los tuvo, entre lujos, boleras, bebidas, pero sin libertad, hasta que cada uno pagó su liberación con su fortuna.
Así, de simple, guillotino el poder económico y político de Arabia Saudita, aquel príncipe heredero que más adelante descuartizaría e incineraría a Kashougui , el periodista crítico, dentro de su embajada en Theerán.
De ese tamaño es el personaje que, sin principio alguno, pero un poder total, iba a firmar el acuerdo con Israel y EE:UU, para reconocer a Jerusalen, capital de Israel.
Pero Irán, Hezbolá y Hamas, dieron el golpe inesperado. Ante la respuesta durísima que se espera de Israel contra los palestinos, se medirá más, antes de firmar ningún acuerdo