Siempre recuerdo el orgullo del gran Isidro Lángara sobre el Oviedo. Cada comida en El Horreo con Urcesino, éste del Sporting y con Isidro del Oviedo, era rememnorar en la lejanía el futbol asturiano.
En medio de una suculenta fabada con un buen chorrizo morcilla, lacon, con pan de hogaza, antess de degustar aquel arroz con leche, a Lángara le daría pena todo lo que ha sucedido con su Oviedo y no se creería que estuvo a punto de desaparecer.
Hoy ambos amigos, ya desaparecidos estarían analizando la jornada. Urcesino estaría triste por la caida del Sporting, en casa ante el Barceleona B, en un partido clave y que hoy con el empate del Huesca y el triunfo del Rayo, lo coloca casi fuera del ascenso directo.
Pero a Isidro, la derrota de ayer del Oviedo que lo deja en noveno lugar con 59 puntos y faltandoles por jugar entre ellos el Cadiz y el Zaragoza, le haría pensar que posiblemente no llegaría a la etapa final en que , después de los dos ascensos directos, uno más disputa la apermanencia con otros cuatro.
Triste, pero es lo que ha sembrado.
De la misma forma que hemos leido hoy que el ser Asturias la última región en recuperarse de la crisis, que la perdida de empleo es similar a los 44,000 habitantes de Langreo.
Ni en el futbol podemos refugiarnos.