El señor Solbes con lo del dinero es un tipo muy serio. En eso, se parece un poco a mi madre. Cuando gané el primer sueldo me dijo, «cómprate un piso y no tires el dinero en un coche». Lógicamente, no le hice caso. A nivel de Gobierno, el vicepresidente económico, siempre está vigilante de que los números cuadren, de que nada se salga de su sitio. Supongo que, cuando ve a algunos de sus compañeros anunciado prebendas populares, se le pondrán los pelos de punta. Casi se mostrará espantado. La última, ya saben, es que desde el Gobierno se anunció la asistencia dental gratuita a los niños de entre 7 y 15 años. Cosa que, como no, le dejó perplejo puesto que, según sus propias palabras, la propuesta salió sin tener encaje presupuestario. O sea, que no se sabía muy bien cómo se iba a pagar. El caso es que, cuando vienen unas elecciones, es fácil tirar de la vena social para contentar a todos. Recordemos aquí la lista de lo hasta ahora ofrecido: 2.500 euros por hijo, aumento de las pensiones mínimas, ayudas a la compra o alquiler de vivienda, puesta en marcha de la Ley de Dependencia… Les pido que se pregunten conmigo si es posible, en una economía que muestra síntomas de fatiga, mantener todas estas prestaciones en el tiempo. Si, aunque las arcas muestren un superávit billonario (sí, con “b”), éste no será comido poco a poco como un ratón hace con el queso. En fin, pregunto, ¿cuál es límite?