A veces, desde la opinión pública, se retuercen los argumentos hasta llevarlos a donde algunos quieren. En el caso de los McCann y la desaparición de su hija, parece como si ese dedo acusador invisible que ya les apunta como culpables quisiera mostrarse cada vez más severo, implacable en sus juicios. Lo último que conocemos son algunos de los pasajes del diario de la madre, la cual, de manera íntima, muestra dudas en torno a su convivencia. Vean si no. Dice que los niños son muy revoltosos y le generan mucho estrés. Pregunto, ¿qué padres no han tenido alguna vez ese mismo pensamiento? Asegura que su marido le ayuda poco en las labores del hogar y se lamenta por ello. Pregunto, ¿en qué relación de pareja no se produce esta recriminación por cualquiera de las partes? Califica a la pequeña Madeleine de hiperactiva y denuncia su exceso de vitalidad. Pregunto, ¿qué madre no se ha quejado alguna vez por esto de sus hijos? Sin embargo, ya ven, ese dedo siniestro que se cierne sobre ellos ve en esto una prueba más de su culpabilidad y, como una nube negra que apunta lluvia, plantea un horizonte más que sombrío para ambos. En fin, por el bien de todos, ojalá no sea así.