Creo que un Gobierno, cuando la economía no va bien, tiene que batirse el cobre por lograr algo tan simple pero importante como es la confianza de los ciudadanos. Sí, algo que no tiene mesura, que es difícil de captar por los índices económicos, pero que, al igual que la fe, mueve montañas. Si un Gobierno consigue ser creíble de cara a la opinión pública, tiene mucho ganado de cara a afrontar y combatir una crisis. Sus opiniones serán más valoradas y, por supuesto, los ciudadanos tendrán una referencia segura a la que hacer caso. Un punto de luz en medio del túnel, si quieren verlo así. Mal aconsejado, supongo, en pocos meses Zapatero ha pasado de repetir como si fuese una mantra tibetana «no hay crisis hay desaceleración, no hay crisis hay dificultades, no hay crisis hay..», a convocar todo un Consejo de Ministros extraordinario en pleno mes de agosto para tomar una serie de medidas urgentes. Y eso, claro está, no sólo es contradictorio, sino que provoca desconcierto. Es algo así como si el capitán de un barco ante una tormenta varía el rumbo sucesivas veces con cada una de las olas, ¿no produciría esto acaso desasosiego en la tripulación? ¿Confiarían en él cuando asegura que tiene la tormenta controlada? ¿Quién controla a quién? ¿Las olas al barco o la revés?
Al «capitán Zapatero» la última ola, la que ha destruido más empleo que nunca, le ha sentado fatal. Tal ha sido su embestida que, inevitablemente, se ha tenido que poner al frente del timón. Y para ello, para que la opinión pública se diese cuenta de que seguíamos un rumbo, ha sacado en plenas vacaciones una serie de medidas que, en muchos casos, ya eran conocidas y en otras no. Por ejemplo, suprimir el impuesto de patrimonio o devolver mensualmente el iva a las empresas era algo que ya sabíamos. Sin embargo, cuéntenme qué tienen que ver éstas con la crisis porque yo no lo cojo: mayor facilidad para echar a los inquilinos o que las motocicletas de más de 100 caballos tengan un tipo de impositivo más alto. En resumen, tenemos todo un popurrí económico que lo que pretende básicamente es intentar ganar la confianza del ciudadano, aunque, quizá, y ésta es mi opinión, la falta de credibilidad en la política económica del Gobierno es tal que no sé si tendrán el efecto deseado.