Como saben, el juez Rafael Tirado ha sido condenado a una multa económica de 1.500 euros por la Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial. Los motivos: haber tardado más de 2 años y 2 meses en ejecutar una sentencia contra el pederasta asesino de la niña Mari Luz Cortés. Según reza en los fundamentos de dicha condena ha pesado más la situación caótica de su juzgado, que la propia mecánica del juez. Es decir, que el lío de papeles, expedientes y falta de medios es tal que ha llevado a un pederasta reincidente a campar por sus anchas durante tanto tiempo. Bien, siempre he sostenido -y lo digo con conocimiento de causa- que el mundo de la Justicia es de locos. Uno entra en un juzgado por cualquier cosa y… no sabe muy bien cómo acabará. A veces, el sistema está tan atascado que los retrasos, olvidos o negligencias están a la orden del día. Sin embargo, siempre me ha sorprendido también como todos los participantes en su mecánica (funcionarios, secretarios o jueces) se desentienden del asunto. Esto es, como si, el resultado global en forma de funcionamiento de un juzgado, no le interesara a nadie. Como si cada uno fuese a los suyo y, al final, que el juzgado funcione bien o pésimamente mal, se la trae al pairo a todo el mundo.

Pues bien, en esta tesitura, yo pregunto: si en una notaría me hacen mal cualquier gestión, ¿quién es al final el responsable? ¿Los empleados o el propio notario? Si eso ocurre en un registro de la propiedad, ¿no estamos hablando de lo mismo? ¿Por qué un juez no es responsable último de lo que suceda en su juzgado? ¿Cabe en el caso de Mari Luz Cortes echar la culpa al sistema o directamente a quien no se preocupó porque funcionara correctamente? Por otra parte, y a tenor de la débil condena disciplinaria, se ha reabierto en la sociedad el debate sobre el corporativismo en ciertas profesiones. Si, por una falta grave, a un juez le caen 1.500 euros y encima la recurre porque la considera injusta, ¿cuál será la cuantía de una leve? ¿20 euros? Ante una negligencia de este tipo, a usted o a mí, ¿no nos echarían directamente del trabajo?