Anda mi ciudad levítica revuelta. La gente está haciendo cola en las oficinas de correo notificación en mano. El motivo: recoger el certificado con la subida de los valores catastrales. Ésta, una vez leída la fatídica carta, sienta muy mal puesto que estamos hablando de, normalmente, como mínimo, duplicar los valores actuales y, en algunas ocasiones, hasta cuadruplicarlos. Y eso, lógicamente, pone en guardia al ciudadano. No para de preguntar. Viene azorado con la escritura de propiedad en mano y quiere saber el por qué de toda esta operación. La verdad, creo que se ha producido un fallo de previsión por parte nuestro Ayuntamiento. Observen si no.
Durante diez años no se había subido el valor catastral y, claro, ,ahora, se hace todo de golpe. ¿Por qué no se fue actualizando anteriormente? Pues porque desde instancias municipales se fue corrigiendo incrementando los tipos, es decir, el porcentaje que aplicaban. Así, no se necesitaba tocar el valor catastral, puesto que, a todas luces, la recaudación era mayor y el ciudadano asumía perfectamente las subidas del IBI. O sea, todos contentos. Sin embargo, ha llegado el momento que hay que actualizarlos por ley. Y, hombre, eso duele. Por tanto, si esta subida se hubiese hecho paulatinamente, ahora no estaría el patio tan revuelto. Porque, sí, es verdad el IBI subirá sólo un 9 por ciento para el año que viene, pero todos los impuestos relacionados con el mismo (IRPF, plusvalías municipales e incluso transmisiones patrimoniales en el caso de compraventa) lo harán en la proporción del valor catastral.