El otro día una imagen me llamó la atención. Se trataba de un padre orgulloso mostrando una sentencia judicial. La misma condenaba al colegio privado donde había cursado estudios su hijo por no combatir el acoso que sufrió de algún alumno. Según la versión paterna, denunció los hechos ante el mismo, pero no se hizo nada por atajarlo. Según éste, no fue así puesto que en todo momento respondió. El caso es que viendo el video de los hechos, la verdad, yo me esperaba otra cosa. Apenas si se trataba de pequeños golpes con un estuche, algunos insultos y detalles, a mi modo de ver, banales. Nada que ver con palizas o cualquier otro trato intimidatorio que en alguna otra ocasión hemos presenciado. La sentencia, como comprenderán, tiene sustancia, puesto que, al fin y al cabo, tendremos que empezar matizar entre lo que son «cosas de guajes» y lo que es acoso. O dicho de otra forma: habría que trazar una línea entre la vida normal de los niños y lo que la sobrepasa.
Miren ustedes, cuando yo estudiaba estas cosas no pasaban. El acoso, sí, claro, pero se trataba de otra manera. Desde luego, no conocí ningún caso donde se acabara en los tribunales. A lo máximo, el padre o madre hablaba con el director y éste llamaba la atención al macarra de turno. Yo no sé si esto es bueno o malo para la vida escolar. Esto es, que cada niño lleve a un «abogado de la guarda» consigo. A mí, desde luego, no me gusta.
?
??