Como ya habíamos comentado, los bancos están en el ojo del huracán de la crisis. La semana pasada incluso el propio Gobierno les dio un toque de atención. Fue el ministro de Industria quien aseguró que al Ejecutivo se le estaba acabando la paciencia y, claro, como no podía ser de otra manera, esto llevó aparejado una catarata de reacciones. Lógicamente, desde su propio partido moderaron el discurso aunque la amenaza siga ahí presente. Personalmente, creo que el margen de maniobra para forzar a la banca es escaso. Más bien, si el Gobierno pensase en apretarles las tuercas se encontraría con una victoria pírrica: infringiría, en resumen, un daño mayor que el beneficio pretendido. Pero, bien, veamos qué se puede hacer.
A) Nacionalizar bancos de forma total o parcial. Bueno, es algo que ya han hecho en otros países (incluido Estados Unidos) pero en casos de extrema necesidad. Es decir, para evitar quiebras. El nacionalizar porque sí -véase lo que dice Gaspar Llamazares- no tiene mucho sentido. Sería cambiar el modelo de mercado por uno de intervención estatal directa. A la postre: una carga de profundidad para los mercados.
B) Aumentar las garantías a través del Banco de España. Efectivamente, se les puede pedir unas mayores dotaciones de provisiones (disminuir los beneficios), o endurecer los requisitos para acceder al dinero público (más burocracia). Pero pregunto: ¿beneficiaría esto acaso al ciudadano? Si ya encuentra difícil el acceder a financiación, ¿no sería ésta la excusa perfecta para negarla aún más?
C) Dicen los banqueros que no se les puede obligar a dar créditos. Cierto, eso es así. Sin embargo, un mayor compromiso y sensibilidad social con la situación económica no estaría de más. Un amigo me llamaba horrorizado porque la hipoteca, en enero, le había subido pese a la clara bajada del euribor. Como comprenderán…