A mí los cambios ministeriales me parecen importantes en cuanto a nombres, pero no en contenidos. Me explico. Sin duda, el que ahora haya dos nuevos vicepresidentes y una nueva ministra de Economía es algo relevante. Máxime, si tenemos en cuenta que el Presidente ha elegido a personas tan curtidas en política como Blanco o Chaves. Sin embargo, en la estructura del nuevo Gobierno lo que predomina es la continuidad. Esto es, no se abordan problemas de falta de contenido que también deberían de haber sido contemplados con una reforma administrativa más amplia. Les pongo varios ejemplos.
El Ministerio de Vivienda nació con el objetivo de dar solución a un problema: el mercado estaba en ebullición y, según el Gobierno, era necesaria su regulación. Ahora, como saben, esa situación ya no se da ni mucho menos, por tanto, ¿es necesaria su continuidad? Sanidad y Educación son dos ministerios carentes completamente de competencias por estar transferidas a las comunidades autónomas. Pueden ver -véase la ley antitabaco de Elena Salgado- como redactan una norma y luego éstas la interpretan a su manera, o directamente no la aplican. Pregunto: ¿no sería más necesario que se les dotase de poder ejecutivo y no de nuevos ministros? El Ministerio de Cultura, la verdad, sólo tiene sentido si se ve de manera gremial. O sea, para dar satisfacción a un colectivo. Quizá, como fue promesa de Zapatero, sería mucho mejor uno de deportes. En fin, ahí lo dejo.