Pocas veces un dato económico ha conmocionado tanto al Gobierno. Los 4.010.700 parados que se dieron a conocer ayer, la verdad, lo han dejado completamente abrumado. Incluso la propia ministra de Economía tuvo que salir a la palestra para confirmar lo evidente: es pésimo. El ritmo de destrucción de empleo, se mire como se mire, es demasiado alto. Durante el primer trimestre del año 800.000 personas perdieron su puesto de trabajo, 8.900 nuevos parados al día, 1,31 millones si lo vemos a un año, más de 17 de cada 100 trabajadores ya están en el paro, récord absoluto en toda Europa que no veía nada igual desde la República de Weimar en los años 20… ¿sigo? Por tanto, de lo que estamos hablando es de que necesitamos reformas, no parches, sino auténticas y verdaderas reformas estructurales que ataquen el problema de frente.

Creo que con esto se demuestra una cosa: el aumento del gasto público no puede para parar esta sangría. Un ejemplo si no. Según el Gobierno los 8.000 millones del plan E para los ayuntamientos comenzarían a funcionar este mes. Vemos que no. Curiosamente, a los agentes que peor gestionan sus recursos se les da esa ingente cantidad de dinero para que creen empleo, y luego, como hace unos días, se les vuelve a proveer de 3.000 millones para que puedan pagar a sus proveedores y no llevarles a la quiebra. Ilógico, ¿verdad?