A tenor de unas palabras del Presidente Obama citando al AVE, se han montando una serie de fábulas que bien conviene comentar. Decía el mandatario norteamericano que pretendía impulsar corredores de alta velocidad similares a los creados en Europa, Japón o China. Cosa que, por cierto, ha dado para que algunos poco menos señalasen a Estados Unidos como un país subdesarrollado y a España como superpotencia. Pues bien, ni lo uno ni lo otro. Las líneas de alta velocidad en EEUU no se han desarrollado por una simple razón: las enormes distancias que existen. Una línea de este tipo tiene sentido para trayectos inferiores a 500 kilómetros; a partir de ahí gana la partida el avión. Así, en un lugar donde sólo un estado (el de Texas) es ocho veces España, lo que se ha impuesto de verdad es el mercado doméstico de vuelos. Idea, por lo demás, importada por los europeos con las líneas de bajo coste.
Veo una entrevista en televisión con José Blanco, Ministro de Fomento, y me parece que se ha creído la patraña antes mencionada. Se le ponen los ojos como su apellido cuando comienza a hablar de Obama y el AVE. No se da cuenta, primero, que somos el país europeo de los grandes (Francia, Alemania o Italia) con menos kilómetros, y segundo, que queda un mundo por hacer. Como asturiano, antes de dar el salto para colonizar a esos pobres americanos, yo le pregunto: Ministro, ¿cómo y cuándo va a llegar la Alta Velocidad desde Pola de Lena a Gijón? ¿Lo sabemos ya, acaso?