Mientras la destrucción de empleo da una tregua, Patxi López es investido lehendakari e Ibarretxe se va a su casa; un juez de la Audiencia Nacional ha decidido admitir a trámite una querella contra el gobierno chino. Sostiene el magistrado Santiago Pedraz que tres ministros podrían haber incurrido en un delito de lesa humanidad por la represión del Tibet. Antes, otro compañero suyo, había hecho exactamente lo mismo con el Estado de Israel por su actuación en Gaza. Y uno, ante tanta una universalización de la Justicia, tiene la sensación de que tan alto tribunal no está para juzgar estas cosas. Es más, todas estas actuaciones le llevan al desconcierto. Piensa, en su inocencia, que todavía hay muchos casos de corrupción o terrorismo que investigar en este país. Tomen si no el ejemplo del caso Gürtel, destapado en la Audiencia de manera eficaz y que difícilmente tendría cabida en ningún otro juzgado.
Por tanto, de lo que estamos hablando es de que una institución tan relevante debe dedicarse a hacer su trabajo nacional, porque, del internacional, ya se ocupan otros tribunales. Además, creo, hay tantas cosas que mejorar en nuestra Justicia, que no hay tiempo suficiente para arreglar el mundo.