Veo que los analistas se han tomado el último dato de inflación con mucho relajo. No sé, será el verano. Para mí que una economía, en pleno mes de julio, muestre un comportamiento negativo en sus precios del 1,4 por ciento sólo quiere decir una cosa: el sector servicios lo está pasando realmente mal. Otros años, los meses del verano, solían ser bastante inflacionistas (superiores incluso al 5 por ciento). Éste, como pueden ver, no sólo esto no ocurre sino que incluso bajan los precios. ¿Por qué? Muy fácil: como no venden tienen que hacer continuas rebajas y ofertas para salvar, cuando menos, el pellejo. Por tanto, lo bueno es que el ritmo de descenso de la inflación -y van cinco meses consecutivos- parece haber tocado fondo; y lo malo es que si esto ocurre en julio, o sea, si el sector servicios es incapaz de vender por estas fechas, ¿qué otoño nos espera?
Respecto al desempleo podríamos decir lo miso. Si durante el segundo trimestre -mayo y junio son de fuerte contratación para la temporada, recuerden- se incrementa el paro en 145.000 personas hasta llegar a 4.135.000 desempleados; pregunto, ¿qué otoño nos espera?