Cíclicamente, como el aborto, la eutanasia o la legalización de las drogas; se reabre el debate sobre la prostitución. Casi siempre por algún que otro escándalo relacionado con la misma. Las imágenes de sexo en las calles de Barcelona fueron la mecha que encendió el mismo, y se apagará, ya verán, como una vela. En todo caso, mi opinión sobre el tema es la siguiente. Detrás de la prostitución no hay bonitas historias de personas que eligen libremente ese camino. Más bien, todo lo contrario: estamos hablando de marginalidad, condiciones de esclavitud y auténtico tráfico de seres humanos por parte de mafias organizadas. Por tanto, difícilmente se puede legalizar una actividad de este tipo. Sí, ya sé que hay quien dice que cada uno puede hacer con su cuerpo lo que quiera. Perfecto, eso en teoría es así, pero la realidad diaria sigue el camino que antes describí.
Dice el ministro Rubalcaba que es un debate difícil. Tiene razón: la prostitución en la historia de la humanidad ha estado consentida, pero no legalizada. El único caso quizá, el holandés, ha derivado en fracaso. Las prostitutas del Barrio Rojo de Amsterdam, después de ser legalizadas, acabaron por salirse del sistema y, en muchos casos, volvieron a ser captadas por las mafias.