Según el último runrún que circula por ahí la subida de impuestos afectará al IVA. Cosa, lógica, si tenemos en cuenta que es el tributo que más recauda, pero también peligrosa por todas las connotaciones que puede traer consigo. Parece ser que se quiere incrementar el tipo general (16 por ciento) en dos puntos, así como tocar el tramo del 7 por ciento para ciertos bienes. Pues bien, les cuento una anécdota que me sucedió este verano a colación del impuesto. Cuando visité París todo el mundo me había advertido de lo cara que era la ciudad. Inspeccionando los ticket de compra en ciertos productos me di cuenta que en todos ponía: VAT 19,6%. Es decir, el tipo general de IVA se situaba cerca del 20 por ciento. En una comida de 30 euros, para que se den una idea, la hacienda francesa se llevaba casi 6. Con lo cual, si el cálculo lo hacía al tipo español, la diferencia en cuanto a precios no era tanta.
Se corre el riesgo, pues, de ver cómo el consumo se retrae aún más. El tipo general está presente en casi todas las facetas de nuestra vida y, claro, ver como pasa al 18 ciento de golpe sólo puede provocar dos cosas. O que el consumidor lo pague resignado, o que las empresas lo asuman de su margen para no ahondar más su caída en ventas. A ciertos sectores -supongamos que al mundo inmobiliario le suben el 7 por ciento en la compra de una vivienda- le sentará como un tiro.