Lo que ven en la foto es un ser humano. En principio, tiene piernas, brazos y, bajo el velo negro, se dibuja la silueta de su cabeza. Sin embargo, podría ser cualquier otra cosa. Un fantasma, por ejemplo. Pues bien, de esa guisa Fátima Hssini (o su fantasma, repito) se presentó ante el presidente de la Sala Penal de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez. Tenía que prestar declaración y le pidió que se descubriera, pera ella se negó. Alegó creencias de religión y no quiso quitarse el «burka». El juez insistió en que era necesario ver la expresión de su rostro ante las preguntas, pero expuso que no quería ser filmada por televisión. Al final, y ante el apercibimiento de sanción por parte del juez, se llegó a la siguiente solución. Tanto ella como su marido accederían a descubrir un óvalo en la cara. Algo así como las monjas cristianas.
El hecho, como ven, sucedió en un juzgado pero podría haber sido en un colegio. Puede que una niña, en el futuro, se presenté así a clase. Entonces, pregunto, ¿se deben respetar sus creencias o simplemente prohibirlas? Si una mujer, por ejemplo, obtiene un puesto en la Administración y va a trabajar con «burka», ¿es admisible?