Así como si fuese un atún, una vez liberado el barco y sus marineros, tuvo lugar el despiece de toda la operación. Y lo ha hecho de forma virulenta, con reproches duros por parte de la oposición a todo lo que fue la intervención gubernamental. De lo mucho que se ha escuchado hay cosas que, efectivamente, sí son criticables y otras no. Para mí, el que antes de empezar la campaña se hubiese negado la posibilidad legal de dotar a los atuneros de medios (privados o no) de defensa, es una. Lo de traer a los dos piratas capturados para no sé sabe qué, otra. Y, si quieren, ese episodio todavía sin aclarar sobre los marineros que fueron llevados a tierra (o no) como se anunció, denota una mala coordinación en la información que manejaban. Ahora bien, reprocharle el pago de alguna cantidad –como parece que se produjo- no lo es en absoluto. Hay quien dice que, al ser una empresa privada, ésta debería ser quién afrontase el rescate. Lo cual, claro está, es lógico para cierto volumen, pero no tanto cuando estamos hablando de conseguir 500 millones de las antiguas pesetas en apenas mes y medio. Además, piensen que si el Gobierno anda subvencionando coches, pisos, bancos en apuros, etcétera; ¿cómo va a negarse a salvar 36 vidas por dinero? ¿Cuántas críticas habría si el barco no se libera porque decide no participar económicamente en su rescate? Una vez capturado el atunero, ¿existía acaso alguna otra opción más que ayudar?
Ayer, en el Congreso, tuvo lugar una broca singular entre el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y un diputado del PP, Carlos Floriano. Éste último acusa al ministro –a cuenta del famoso sistema de escuchas telefónicas llamado «Sitel»- de amenazarle diciendo «Yo escucho todo lo que dices y todo lo que haces». Evidentemente, desde la oposición interpretaron esto como una confirmación de que Rubalcaba utilizaba el aparato para estos fines, mientras que el ministro aseguró que se refería «A que oigo y veo en la radio y la televisión todas las acusaciones falsas sobre espionaje y escuchas». En fin, en este rifirrafe singular les hago una pregunta, ¿creen que alguien admitiría por las buenas escuchas ilegales delante de su rival político? Yo tampoco.