Así, con este provocativo lema, quiere el Consejo Superior de Cámaras de Comercio movilizar al personal frente a la situación económica. Para ello piensan gastar entre 6 y 8 millones de euros en una gran campaña publicitaria. Pues bien, si me lo preguntan a mí directamente respondería lo siguiente. Yo, como ciudadano de a pie, lo que hago es resistir. Y, francamente, con la que está cayendo, es más que de sobra. No obstante, la pregunta de las Cámaras también podrían formulársela a quien más poder tiene, a la postre, al Gobierno. Además, si me permiten la maldad, yo haría otra que me gustaría obtuviese una respuesta convincente: «Y, ¿para qué sirven las Cámaras de Comercio?». Si se lo preguntan a un pequeño empresario dirá que para recaudar, porque , anualmente, recibe una carta de pago donde le cobran un porcentaje sobre beneficios. Si se lo preguntan a uno grande puede que diga que, efectivamente, utiliza su red con objeto de exportar. Sin embargo, que obligatoriamente se tenga que pertenecer al sistema por el simple hecho de ejercer una actividad económica, es absolutamente caduco. Vamos, como si un trabajador tuviese que sindicarse por narices.