Ciertamente, la situación de la economía griega, no es ni mucho menos la española. Ahora bien, conviene ir desterrando esa especie de discurso que sale a relucir cada vez que se habla del tema. Parece que la coletilla –no somos Grecia- se ha instalado en los discursos públicos cuando se pronuncia la palabra deuda y, aunque, efectivamente, sea así; es como si estuviésemos ante una revivificación del «No hay crisis, es una simple desaceleración». O también: «Hemos tocado fondo en el desempleo». O como: «Ha empezado la recuperación». En definitiva, muletillas que de tanto sobarlas ya pocos se las creen.
España será el país que más se endeude durante el 2010. Las emisiones del Tesoro, de momento, sólo pagan el 4 por ciento de interés (más del 9 por ciento Grecia) y tienen un riesgo de impago bastante bajo con respecto al bono alemán (sobre el 10 por ciento). Sin embargo, una de las características de nuestra crisis está en que todo sucede a un ritmo muy superior a los demás. Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos en 4 millones de parados en apenas dos años, algo, por cierto, que no sucedió en ningún país de la Unión Europea. Son necesarias, pues, medidas claras y contundentes tendentes a estabilizar el cuadro macroeconómico para que no se sufran ataques especuladores contra nuestra deuda (Por cierto, ¿alguien recuerda la llamada Comisión Zurbano? ¿En qué quedó lo del famoso Pacto de Estado?). Ahora le toca a Grecia, luego puede ir Portugal y después…