Ayer se articuló el decreto-ley por el cual baja el sueldo de los funcionarios y congelan las pensiones. Pero, quizá, lo más relevante vino por las previsiones de crecimiento del Gobierno. Según contó la vicepresidenta De la Vega el año que viene será duro: el crecimiento del PIB previsto estaba en el 1,8 por ciento y ahora pasa a ser del 1,3. O dicho de otra manera: la posibilidad de crear empleo durante ese año es más que improbable. Teniendo en cuenta que la economía española necesita aumentos superiores al 2 por ciento para la creación efectiva de empleo, cuanto más se aleje de ese objetivo menos posibilidades hay. Durante 2011 estamos condenados a rondar tasas de desempleo similares a la actual (19 por ciento, recuerden), lo cual, dicho sea de paso, representa todo un jarro de agua fría.Y lo más curioso es que ese 0,5 de diferencia a la baja en el PIB se achaca a la merma en el gasto público. Miren ustedes, desde que empezó la crisis se ha impuesto una especie de «neokeynesianismo» que decía lo siguiente: si el Estado gasta más, la economía se reactivará. Pero ha resultado todo lo contrario: se ha gastado mucho, la economía sigue hundida y el desempleo disparado. Ahora, como dijo la Vicepresidenta, cuando toca elegir entre menos déficit o más crecimiento hay que quedarse con lo primero porque no queda otra. Nuestra crisis –y ayer nos lo confirmaron veladamente- va a durar más de lo que esperábamos.