El Sistema Integral de Protección (SIP), como su propio nombre indica, es un método de defensa. Y es así porque las cajas de ahorro tienen miedo a tres cosas. A) Perder ese estatus por el cual nadie es responsable de nada, B) a que lleguen los bancos y las compren y C) a que dejen de ser instrumentos de poder político. Por eso, los SIP no dejan de ser un parche ingenioso para solucionar una situación difícil. Hasta ahora el intento de reforma del sistema había sido un fracaso. Fíjense que incluso una entidad tan quebrada como Cajasur, prefirió ser intervenida antes que absorbida. Y como ésta, otras tantas se han resistido por motivos políticos o de pérdida de control. Las SIP, pues, vienen a paliar esta situación al dejarlas con su propia personalidad pero reforzadas y controladas por la unión. Ahora bien, los males siguen ahí presentes porque no se ha reformado ni una coma de la ley que regula las cajas. Durante 10 años, y para acceder a los fondos del FROB, veremos como las SIP se consolidan pero; ¿y luego qué? Si vuelve a remontar la economía, ¿volveremos otra vez a ver una pléyade de cajas sin control? ¿Se desharán todas las fusiones frías que ahora estamos viendo? ¿Hasta dónde los SIP actuales son la solución a la necesaria reforma del sistema financiero?