Si uno se guía por las cifras de participación que ayer dieron Gobierno y sindicatos a tenor de la huelga de funcionarios, acabará hecho un lío. Para unos el seguimiento se cifró en un 11,85 por ciento, mientras que para otros fue del 75,30. Algo, por otra parte, bastante habitual a la hora de valorar este tipo de cosas. Por tanto, tenemos que guiarnos por el pálpito que la misma nos produjo. Personalmente, había adelantado mis gestiones al día anterior por si acaso, pero, cuando esa mañana recorrí varios centros, me pareció que había cierta normalidad. En temas tan sensibles para el ciudadano como educación o sanidad, casi absoluta. Tuvimos, pues, una huelga descafeinada y que, en muchos medios, tachan de absoluto fracaso. Analicemos el por qué.
Para mí, en el ánimo del trabajador público pesaron varios factores. Primero, la reducción de la nómina en el mes de junio podía llegar ser importante. Si a un 5 por ciento de bajada se le unen sobre 100 euros debido a la huelga, en fin, es como para pensárselo. Segundo, los sindicatos tradicionales –los de clase, me refiero- están perdiendo fuerza a marchas forzadas dentro de la Administración. Véase si no lo que está pasando con dos de los sectores con menos participación en el paro –educación y sanidad- donde empiezan a ser casi minoritarios. Y tercero, hay ya una cierta conciencia en la sociedad de que sin sacrificios no se sale de la crisis. La función pública estaba viviendo una especie de burbuja: el Gobierno firmaba subida de convenios en un contexto imposible. Ahora, la realidad, es otra bien distinta y los trabajadores públicos lo saben. Naturalmente, no les gusta, pero son conscientes de que en esta crisis no iban a estar de espectadores.
Sin embargo, también hay que señalar que las manifestaciones estuvieron bastante concurridas. Yo creo que del 8-J sale una pregunta: ¿habrá huelga general por la reforma del mercado laboral? Francamente, creo que no. Y una conclusión: la crisis es está llevando también –como ocurre con los partidos políticos- la confianza en los sindicatos.