Yo no diría que Jesús Neira es un juguete roto mediático como se ha afirmado, sino alguien que autodestruye su imagen. Por decirlo de otra forma: no ha sabido llevar el papel que tenía asignado. De una persona que hace un gesto heroico –defender a una mujer de un maltrato- se esperan otras virtudes que el profesor Neira no ha profesado. Una de ellas, quizá la más importante, la prudencia. Después de recuperarse de las graves lesiones que sufrió por su gesto, se lanzó a carrera mediática de críticas que para nada venía a cuento. Alguien, repito, que es capaz de dar casi la vida no puede convertirse de la noche a la mañana en ariete político. El domingo fue cazado en un control de alcoholemia triplicando la tasa permitida. Cuando, como es lógico, los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia, su reacción fue extemporánea. En vez de pedir perdón, dijo sentirse doblemente feliz porque «la simpática resolución» le libera de conducir. Como ven, el arrepentimiento tampoco lo cultiva.