Se vuelve a la realidad. La agencia de calificación Moody’s –la única que quedaba por hacerlo- ha bajado la calificación de la deuda española. Eso, obviamente, significa pagar más para financiarse. Tal es así, fíjense, que el capitulo la amortización e intereses de la misma se lleva casi la cuarta parte del presupuesto. Y si a eso le sumamos las prestaciones por desempleo, ya tenemos gastado la mitad. En estas condiciones, claro está, es lógico que Elena Salgado diga que no se puede hacer otra cosa. Prácticamente, el presupuesto está consignado a pagar ambos capítulos y lo demás, o sea, inversiones por ejemplo, sufre un recorte drástico. Digamos, pues, que el año que viene las cuentas públicas van a ser de penuria. Algo así como cuando, en una familia cualquiera, limitan absolutamente todos los gastos para poder comer y pagar la hipoteca.
Irlanda y Portugal, en lo que parece una nueva crisis de la deuda pública, incrementaron su riesgo en la jornada de ayer en más de diez puntos básicos. En el país luso van a subir el IVA, ojo, al 23%; además de rebajar el sueldo de los funcionarios un 10%, congelar las pensiones y recortar el gasto e inversión estatal. En fin, cuando las barbas de tu vecino veas pelar…
Por último, una maldad. A quienes parece que no afectan los tijeretazos presupuestos es a los sindicatos. Recibirán durante el año que viene 20,6 millones de euros en subvenciones, exactamente lo mismo que éste.