Más o menos, lo que vino a decir Fernández Ordóñez, fue lo siguiente. Señores del Gobierno sus presupuestos son erróneos y los van a tener que rectificar. Tienen previsiones muy optimistas que, durante el 2011, no se van a cumplir. Piensen, pues, qué van a hacer cuando las cuentas no cuadren. Resumiendo: lo mismo que ha pasado en 2010. Recordemos que los presupuestos de este año apenas duraron 5 meses, ya que, hacia mayo, hubo que bajarles un 5% el sueldo a los empleados públicos para reducir el gasto. La situación, está claro, volverá a repetirse durante el siguiente ejercicio. Las cuentas ya nacen viciadas y, veremos esta vez, la sorpresa en forma de ajuste que nos van a traer.
Y es que, durante el gobierno de Zapatero, los presupuestos siempre han sido más un instrumento político que económico. Se hacen para pasar el corte parlamentario a base de alianzas y así salvar un año más de legislatura. Todavía recuerdo los últimos presupuestos del ministro Solbes donde, no sin cierto sonrojo, los presentaba como quien muestra un billete de 50 euros fotocopiado. Así, desde luego, no se gana en absoluto la credibilidad de los mercados e instituciones. Vean si no las previsiones que ha hecho el Fondo Monetario Internacional: 0,7% de crecimiento frente al 1,3 del Gobierno. En el FMI, sin duda, no se fían de la política económica de Zapatero.
Por último, una mala noticia: España ya no es la octava economía mundial. Ahora, y creciendo a un buen ritmo, lo es Brasil. El sueño de poder entrar en el G-8 por derecho propio se ha desvanecido. Existe ya una brecha de 0,08 billones de euros (y eso es mucho) entre los respectivos PIB. El FMI, de nuevo, sitúa a España fuera del «top ten» de la economía mundial en muy poco tiempo.