Evidentemente, porque se necesitaba. El cambio, bastante profundo diría yo, se debe a presiones interiores y exteriores. Estaba claro que en el PSOE existía malestar. El Gobierno no acababa de conectar con los ciudadanos y el desgaste era importante. Sólo con ver las encuestas –parte exterior- cualquiera se daba cuenta de que las cosas iban mal. La diferencia del PP está en máximos a sólo siete meses de las elecciones. Y eso, como es lógico, da que pensar y mucho. Si los socialistas no quieren sufrir un descalabro en las autonómicas y municipales, tienen que ofrecer otra imagen. Zapatero y la dirección federal del PSOE, lo saben. Dar la vuelta a las encuestas es el objetivo máximo de esta remodelación. Ahora, sólo queda ver si funciona.
No obstante, hay quien quiere ir más allá: también intuye el relevo de Zapatero como candidato. Sinceramente, es demasiado prematuro para saberlo. Todo va a depender, como siempre, de los resultados. Si en mayo del 2011 el PSOE aguanta el tirón, posiblemente Zapatero repita. Si no es así, de «motu propio» o a través de métodos de persuasión, puede que lo deje. En todo caso, el presidente del Gobierno está irremediablemente ligado a cómo le vaya a su partido en las elecciones. El día después del 29-M sabremos exactamente qué será de Zapatero.