Primera. Si un aparato nos falla una vez puede que lo dejemos como está. Ahora bien, si vuelve a repetirse de nuevo la avería lo más probable es que acabe en el servicio técnico. Esto, que valdría para un simple tostador, debe aplicarse también a los partidos políticos. Si en 1998 el PP asturiano falló dando el triste espectáculo que todos conocemos y, ahora, por mucho que se diga, ha vuelto a suceder, ¿quién falla, pues, la estructura del partido o las personas? Si hubo un congreso en 2008 y sólo sirvió para que Ovidio Sánchez inventase cargos con objeto de contentar a sus críticos, ¿no era acaso el momento de reparar el partido? ¿No hubiese cambiado la historia de haber existido entonces una renovación? Tengo que darle la razón a Cascos en una cosa: la estructura actual del PP asturiano no es la de un partido ganador ni mucho menos. Compárenla con la del PSOE donde nadie, absolutamente nadie, está por encima del mismo. A Areces le invitaron a dejar el cargo y chitón. No dijo ni mu. A este PP asturiano le falta mucho aparato para llegar a gobernar.
Segunda. El discurso regionalista –ojo, bien que lo sé- es como Manolín: un niño al que todos teníamos cariño pero con el que nadie quería jugar. El regionalismo, el orgullo de ser asturiano (Cascos dixit) se tiene mucho en el chigre y poco en las urnas. Navegar por las aguas del asturianismo es acabar dando aquel grito agónico que lanzó Suárez con su CDS: no me queráis tanto y votarme. Si Cascos funda un partido –que lo hará- no debería utilizar tanto el discurso jovellanista y, sí, el que se dirige a los 81.000 parados que existen en nuestro paraíso natural. A los asturianos la patria les llega también a través del bolsillo. De hecho, el momento álgido del ex ministro de Fomento estuvo cuando terminó la parte oriental de la Autovía del Cantábrico.
Y tercera. Hay cosas que están apareciendo por ahí que producen absoluta hilaridad. Un medio digital madrileño aseguraba que Cascos iba a integrase en el CDS para relanzarlo. A más coña, un dirigente del mismo, decía que tenían que confrontar ideas y programas. Por favor… Otro grupo minúsculo al que le preguntaron llegó a decir que, hombre, si nos lo pide. En fin, si Cascos funda un partido –que lo hará, insisto- será de nuevo cuño y diseñado por su mano. De otra forma, no se entendería todo este jaleo. Si la crisis sobrevino precisamente por la exigencia de tener que respectar la estructura del PP, ¿cómo va a aceptar sin más otra ajena?