Esperanza Aguirre ha demostrado ser un «verso suelto» dentro del Partido Popular. Y, ojo, no lo digo por la fata de disciplina o cualquier tipo de orden; sino porque sus comentarios no suelen regirse por lo políticamente correcto. Cosa, claro está, que en los tiempos que vivimos es de agradecer. Allí donde reinaba la euforia –la convención de Sevilla- puso una nota discordante con el tema de la candidatura asturiana de Álvarez-Cascos. Si para el partido es un tema cerrado del que ni siquiera hay que hablar, para Aguirre no. Buena prueba fue lo que dijo a Pérez Espinosa sobre su apoyo. En principio, aunque luego rectificó para evitar un cisma, le recordó que su candidato era Cascos pese a que también le tuviera que reprochar. Desde luego, a la presidenta madrileña valentía no le falta. Hay que ser, insisto, un auténtico «verso suelto» de carácter y pensamiento para no dejarse llevar por la masa.
Parece que el Gobierno también quiere acabar con los «versos sueltos» del sistema financiero. Eso sí, esta vez, en el sentido negativo de la palabra. Los mercados no entienden la forma que tiene su 50 por ciento, o sea, básicamente las cajas de ahorro, y quiere que se tomen medidas. No comprenden cómo, todavía, no han aflorado las pérdidas del ladrillo e incluso algunas se resisten a cambiar de forma. Pese a que en julio del año pasado se cambió la ley para intentar despolitizarlas llevándolas hacia fórmulas privadas, la medida no parece haber sido suficiente. Todos, incluidos los grandes bancos, están sufriendo las consecuencias de los años de «versos sueltos» para las cajas. En septiembre –para que no dañen mucho en las elecciones autonómicas- tendrán irremisiblemente que capitalizarse o las intervendrán. Desde luego, la puesta en marcha del saneamiento parece que tiene un horizonte temporal muy lejano. Si muchas pequeñas y medianas empresas (o particulares) tienen que esperar hasta otoño para obtener algún préstamo, se me antoja cuando menos todo un vía crucis los nueve meses que quedan por delante. Antes, con la espada de la intervención encima, no creo que ninguna abra el grifo del crédito.