Los motivos. En principio, la supuesta trama de corrupción descubierta estaba motivada por la codicia. Unas personas amañan y reciben comisiones por adjudicar contratos, en este caso, para la compra de material de oficina. Sin embargo, los cargos de la Administración imputados son funcionarios de alto nivel. O sea, no hablamos ni mucho menos de mileuristas. En el caso concreto de ex consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre, era el miembro del Gobierno que más ganaba. Por encima incluso, fíjense, del Presidente Areces. Vale, se puede argumentar que la codicia es precisamente eso: cuanto se gana mucho, se quiere aún más. Sin embargo, la persona del ex consejero no hacía en absoluto signos de ostentación. Lo normal, digamos, para una persona de ese rango. Ni había deportivos, ni acumulación de propiedades inmobiliarias, ni yates atracados en el Mediterráneo; entonces, la pregunta es, ¿por qué?

El hilo conductor. Sin duda, hay una pieza que falta en todo este puzzle para saber realmente qué pasó. Se trata del vínculo entre Marta Renedo, una funcionaria de Administraciones Públicas, y la consejería de Educación. A ésta ya se la había apartado de sus funciones en febrero del año pasado por los numerosos fraudes cometidos. Hacía, en definitiva, todo tipo de tejemanejes para sacar adelante contratos a favor de unas empresas creadas por ella misma. Sin embargo, el mecanismo por el cual existe una conexión con el ex consejero es algo que desconocemos. Podemos especular con que, efectivamente, puede ser ella la que destapó el caso en Educación, pero, si se fijan, ha pasado casi un año entre ambos sucesos. Resumiendo: con este dato podremos empezar a distinguir entre un caso aislado de corrupción, o toda una trama.

Las consecuencias políticas. Evidentemente, serán graves. Las tensiones entre el Gobierno Asturiano y la FSA no han hecho más que comenzar. Máxime si tenemos en cuenta que el candidato socialista, Javier Fernández, puede verse afectado por la onda expansiva sin tener nada que ver. Las declaraciones del partido hasta ahora han sido absolutamente asépticas. Vamos, de quitarse del medio. En fin, uno piensa que deberían haber defendido la presunción de inocencia del señor Riopedre. Fíjense si no en el «caso Gürtel» valenciano y cómo el PP apoyó a los implicados políticos a capa y espada. A Riopedre, de momento, todo el mundo lo ha dejado de lado. Incluso la propia portavoz del Gobierno, Ana Rosa Migoya, no ha tenido ni una mínima palabra de apoyo para una persona que ha estado diez años en el cargo.