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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Nueva Rumasa, antiguos fantasmas.

Lo cierto es que la noticia –el «preconcurso» de acreedores de varias firmas del holding empresarial- ha tenido mucho eco. Quizá más porque, a la postre, todos recordamos la expropiación de la antigua Rumasa que tuvo lugar el 23 de febrero de 1983. Ahora, sin duda, las circunstancias son distintas. Lo que Nueva Rumasa está haciendo es un paso previo para evitar el concurso de acreedores, o sea, la antigua suspensión de pagos. Sin embargo, si yo fuera inversor –hay más de 5.000 con 140 millones de euros enganchados- estaría mosqueado. Básicamente, porque los antecedentes no son buenos. Cuando Nueva Rumasa lanzó sus pagarés lo hizo a un precio irresistible (llegó a pagar hasta el 10% de rentabilidad), acompañado de una más que potente campaña publicitaria. Normalmente, esta captación de capital exterior masiva y a estos precios suele hacerse cuando los bancos no te otorgan su confianza. De hecho, como dijo el propio Ruiz-Mateos ayer, el problema está en refinanciar una deuda superior a los 700 millones de euros. Además, todo este despliegue mediático se hizo con varias triquiñuelas. Por ejemplo. Nueva Rumasa no responde como un conjunto de empresas, sino a título individual. Es decir, si Clesa –por poner una compañía- no paga, el resto no responde solidariamente por ella. Por otra parte, la Comisión Nacional del Mercado de Valores advirtió hasta en siete ocasiones de que era un producto de alto riesgo que escapaba a su control. O sea, que, lo siento por los pequeños inversores atrapados, pero serán de los últimos en cobrar si se llega a la suspensión de pagos.

No obstante, a mí no preocupa tanto la situación de los inversores –queda demostrado que avisados estaban- como la de sus trabajadores. Actualmente, la plantilla está en torno a 10.000 personas a los que se les abre un futuro incierto. La antigua Rumasa llegó a emplear a más de 60.000 personas en un imperio que, al final, se demostró que tenía raíces podridas. Ruiz-Mateos declaró ayer «Si no pagara me pegaría un tiro», pero lo cierto es que el agujero de la antigua Rumasa fue de 111.000 millones de las antiguas pesetas. En fin…

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Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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