Las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) son inasumibles (Salgado dixit). Somos el país de la OCDE con mayor tasa de paro. Una sangría que, como se demuestra un trimestre sí y otro también, no para. Mientras la media del desempleo en la Unión Europea está sobre el 9,9%, aquí ya estamos en torno al 21%. Como ven, toda una tragedia. Pero para más inri, si nos comparamos con Alemania, salimos aún peor parados. La tasa alemana se sitúa en el 7,1% y ha creado sólo en abril 37.000 empleos en un proceso completamente inverso al español. A la economía alemana le ha costado diez años llegar a este esplendor –el mejor desde la reunificación- después de pasar su particular crisis. Por el medio reformó las pensiones, la sanidad, el mercado laboral… y costó un gobierno socialdemócrata de Gerhard Schröder. En resumidas cuentas, ciclo completamente opuesto al español. Mientras nosotros nos regodeábamos con la burbuja inmobiliaria y el endeudamiento, allí encaminaban su modelo hacia la industria y competitividad.
Pero es que, aunque aquí hayamos hecho reformas, tampoco han funcionado. Como ejemplo bien claro tomen la del mercado laboral. Una reforma que, desgraciadamente, se quedó a medias. Ni fu ni fa. No ha propiciado la contratación y sí, desgraciadamente, el despido. Fíjense si no en empresas como Telefónica que plantea un ERE –por razones de competitividad futura- pese a tener beneficios. A mí me parece que estamos ante un problema de órdago. Se calcula que hasta 2017 no se creará empleo de forma clara. O sea, los famosos diez años que le ha costado a Alemania recuperarse. Al ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, le parece que los cinco millones de parados son sólo una cifra psicológica. Vamos, como un precio que acaba en 9. Sin embargo, la realidad demuestra que son algo más: un número que produce espanto a quien se pare a pensarlo.
Vean este video donde una organización sin ánimo de lucro denuncia las prácticas bancarias.