Creo que los dos grandes partidos, a la postre, PSOE y PP, no acaban de leer bien el resultado electoral. Sus declaraciones tras los comicios son desconcertantes. Un «más de lo mismo», cuando, desde las urnas, les han enviado un mensaje claro de cambio. El PSOE no para de repetir de que con la victoria de Foro Asturias se «ha abierto la puerta a la extrema derecha». Análisis más propio del siglo pasado que del actual. De hecho, su autocrítica tendría que venir precisamente por ahí. Hicieron una campaña propia del siglo XX, cuando el votante era del XXI. Digo más, los mensajes de que viene «la derechona» o «van a privatizarlo todo»; están absolutamente desfasados en una sociedad donde reina el descontento. La gente que votó a Foro Asturias pedía precisamente un cambio y, desde el PSOE, les dieron un refrito de la política que se hacía durante la Transición.
Por su parte, el Partido Popular se muestra contento porque el votante «quería un gobierno de centro-derecha». Sí, claro, pero no el suyo. Es como si los del Madrid se alegrasen de ver cómo el Barcelona gana la Champions, ya que, al fin y al cabo, es un equipo español. Tururú. A mi modo de ver los populares deberían hacer un profundo examen de conciencia. Lo que les han dicho las urnas es que el partido así no gusta. Ni más, ni menos. Tienen que cambiar caras y renovarse. Sin embargo, algunas declaraciones de sus dirigentes son esperpénticas. Ya no se trata de que dimitan, sino de que no estorben. Ayer mismo, Joaquín Aristegui, decía que en Foro se encuentra «la derecha más intransigente». Bueno, la que estuvo a su lado hasta hace dos días y le parecía estupendo.
En fin, las elecciones han dejado a los dos grandes partidos dando tumbos. Todavía no se explican por qué han perdido tantos votos. En algunos casos hasta insinúan que ellos, y sólo ellos, saben gobernar. Este paraíso natural, por suerte, no pertenece a nadie.