Al movimiento 15-M no lo reconoce ni sus propios creadores. No es que la violencia lo haya tomando, sino que forma ya parte de él. Por más que sus portavoces traten de desmarcarse de los, según ellos, grupos minoritarios; no lo consiguen porque lo han tomado. Y es que, la sesión del Parlamento catalán para aprobar los presupuestos, resultó dantesca. Diputados zarandeados, escupidos, pintarrajeados o rociados con agua en el mejor de los casos. Políticos escapando a la carrera, cuando no, como en el caso del Presidente catalán, llegando en helicóptero. La caza del diputado fue ayer practicada por los indignados de manera obscena y sin ninguna impunidad.
Como ejemplo, tomen el caso de un parlamentario ciego y su perro guía. Cuando fue identificado en los alrededores de la Cámara, comenzaron a insultarle y empujar. No contentos con eso pretendieron arrebatarle su perro. Tras afearles la conducta le dijeron, «Eres ciego pero también diputado. Y de Convergencia». Con eso, creo, queda dicho todo.
Pienso que lo mejor que hacía el 15-M es disolverse. Su movimiento está viciado y será difícil que puedan reconducirlo. Cada vez que haya una toma de posesión –hoy le toca a Valencia- imágenes como éstas volverán a repetirse. Hasta Cayo Lara, fíjense, sufrió su ira ayer en Madrid. Y eso que, el Coordinador General de IU, fue uno de sus primeros apoyos. Entiendo que los ciudadanos estamos muy cansados de todo, pero la alternativa no es la anarquía.