Lejos de darse cuenta de la estrategia, la clase política asturiana, otra vez, no vuelve a ver las intenciones de Francisco Álvarez-Cascos. En un ejercicio de miopía política –como el que lo minusvaloró durante la campaña autonómica- siguen un paso por detrás del presidente asturiano. Creen que, si se presenta en Madrid, es para chinchar a los populares. O que, en una crítica completamente superficial, no le interesa Asturias y sólo un puesto en el Congreso. Se equivocan una vez más. Álvarez-Cascos sabe que su acción de gobierno en Asturias depende de las elecciones del 20-N. Unos buenos resultados en las elecciones generales servirían para apuntalar su mandato de forma extraordinaria. Supongamos si no este escenario. Foro Asturias consigue el grupo parlamentario que tanto ansía. Rajoy, pese a ganar con claridad, necesita todavía algún diputado y busca apoyo, ¿es que acaso no sería más fácil el pacto que con los nacionalistas? ¿No supondría esto que, el PP a nivel asturiano, tendría que ser socio incondicional de Cascos porque lo necesita Madrid?

La clase política asturiana, repito, no parece darse cuenta de que Álvarez-Cascos es un estratega. Todas sus acciones tienen una intención por descubrir. Si ahora, como se ve, está en plena campaña es porque el 20-N es fundamental para él. Las vallas publicitarias desplegadas, el lema electoral resonando, la partido movilizado para la campaña y los demás… haciendo teorías absurdas