Alfredo Pérez Rubalcaba pidió a Zapatero recuperar el Impuesto sobre el Patrimonio. Éste parece que le ha hecho caso y lo revisará en el Consejo de Ministros del próximo viernes. Sin entrar a valorar el fondo de la cuestión –si va a servir o no para algo- hay que criticar las formas. Un Gobierno casi en funciones no puede establecer impuestos a sólo dos meses de una cita electoral. Y más aún, si se lo hace por satisfacer a un candidato aunque sea del propio partido. La reacción de Mariano Rajoy no se ha hecho esperar: considera injusta esta tributación y la suprimirá si gana. Es decir, se aprobará en septiembre y puede que se derogue en noviembre. Algo así como lo que sucede para las deducciones o el IVA para la vivienda. Se ponen un día y se quitan al siguiente.
Por otra parte, la más que posible quiebra de Grecia está en boca de todos. Los seguros de impago ya la dan al 95 por ciento de posibilidades. La Unión Europea dice que no la contempla, el Gobierno griego que cumplirá con sus obligaciones y, la sensación general, es que está al caer. Todas las intervenciones de países siguieron el mismo patrón. El runrún de los mercados acababa convirtiéndose en realidad, pese a las afirmaciones oficiales. Europa tiene el dinero congelado para que Grecia no caiga en el impago, pero tampoco se fía.